lunes, 24 de noviembre de 2008

la politica entre la guerra y la paz

CONCEPTO A TRAVEZ DE LA HISTORIA DE LA POLITICA ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ
LA GUERRA ES LA POLITICA POR OTROS MEDIOS:
La destitución de cuatro generales por parte del presidente de la república en los últimos días es una prueba de ser la guerra la política por ese medio. En efecto los militares nunca ganan las guerras; las guerras son ganadas o perdidas por los civiles que se encuentran en posesión de las estructuras económicas y sociales por lo tanto políticas, de la comunidad o pueblo respectivo. Un ejemplo de ellos es el de la segunda guerra mundial en la cual fueron políticos como churchil, stalir, einsenhower quienes asumen el poder politico una voz ganada la guerra a alemania nazi ;el general de gaulle asume el poder en francia como jefe politico no familiar.
LA PAZ ES UNA POLITICA DE ESTADO:
Las fuerzas políticas reiteraron la necesidad de que la paz sea una política de Estado, que permita la reconciliación de los colombianos y la solución del conflicto. Este es un proceso de construcción conjunta que implica la búsqueda de acuerdos entre las partes.
Así lo afirmaron los representantes de los partidos políticos en un comunicado expedido al término de una reunión con el Alto Comisionado para la Paz Camilo Gómez y los negociadores del Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la mayor guerrilla en el país.

-Todos los representantes participantes en el encuentro coincidieron en señalar que "es importante en desarrollo del Acuerdo de Los Pozos avanzar en los temas que conduzcan a la disminución del conflicto, traducido en hechos concretos de paz".
Asimismo, indicael documento, "los participantes coincidimos en que la lucha del estado contra el paramilitarismo debe ser frontal y decidida en todos los campos, para lo cual las fuerzas politicas se comprometen a apoyar activamente alestado en este lucha".
Los participantes en la reunión destacaron que "los temas sustantivos de la agenda por el cambio para una nueva Colombia deben estar en el centro del debate político nacional en la búsqueda de soluciones a la desocupación y pobreza en que se encuentra el país.
Se realizó el mismo día en Los Pozos, en San Vicente del Caguan, la reunión de la Mesa Nacional de Diálogos y Negociaciones con las fuerzas políticas del país, en cumplimiento del Acuerdo de Los Pozos, firmado entre el Presidente Andrés Pastrana y el jefe máximo de las FARC Manuel Marulanda el pasado 9 de febrero.
GUERRA, POLÍTICA Y GENERO UNA MIRADA DESDE LA TEORÍA AL CASO COLOMBIANO:
La política de paz del actual gobierno como la de los gobiernos anteriores, está concebida sobre premisas equívocas y confusas. La opinión pública, y sectores de la llamada sociedad civil, también se refieren constantemente a la paz en un lenguaje lleno de confusiones.
¿De qué guerra se habla cuando buscamos la paz? ¿Estamos sufriendo una “guerra civil”, como lo repite casi a diario la prensa internacional? ¿Cuál es, en fin, la naturaleza del conflicto colombiano? ¿Y por qué importa tener una definición precisa sobre el problema? Podríamos comenzar por definir lo que no es el conflicto colombiano.
Aquí no estamos enfrentando una guerra de liberación nacional, como las que tuvieron lugar en el seno de los antiguos imperios de la Gran Bretaña, Francia o Portugal, esas luchas anticoloniales que explotaron en África y en Asia desde mediados del siglo veinte. Tampoco estamos enfrentando una guerra de secesión motivada en razones nacionalistas como la desatada por la ETA contra el Estado y la sociedad española, o inspirada así mismo en legendarios conflictos de origen religioso como en Irlanda del Norte.
Ni enfrentamos aquí una guerra étnica, entre comunidades divididas por su composición racial, como sería el caso de tantos conflictos del orden post-colonial africano, donde las fronteras de los nuevos estados no tuvieron en cuenta la diversa composición etnográfica de sus poblaciones. En un trabajo reciente, Charles King aborda el estudio de cómo terminar las “guerras civiles” (Ending Civil Wars, Adelphi Papers, 308, 1997). Bajo esta categoría, King engloba unos 43 conflictos del mundo contemporáneo que quizá no tengan mucho en común.
Todo parece caber dentro del concepto “guerra 1 civil”. Este concepto sugiere ciertamente un conflicto doméstico, en contraposición a una guerra entre Estados. Pero evoca también la movilización generalizada de poblaciones polarizadas. Tal la imagen de la guerra civil de los Estados Unidos en el siglo diecinueve, o la imagen de la guerra civil española durante el siglo veinte, otra “guerra civil” clásica. Estos elementos de movilización generalizada, o de polarización interna entre dos comunidades, están visiblemente ausentes de la experiencia colombiana.
Así lo advirtió hace algunos días el sociólogo Fernando Uricochea, al rechazar con razón el calificativo de “guerra civil” para el conflicto armado colombiano (“Cuál guerra civil?”, El Tiempo, Octubre de 2000). King, sin embargo, es uno de los tantos analistas internacionales que la clasifica como tal. Otros han ido más allá: en los casos extremos se describe nuestro conflicto como una guerra civil ininterrumpida desde la independencia.
Como concluye Uricochea, calificar el conflicto colombiano como una “guerra civil” es “objetivamente incorrecto” y “aún peor, políticamente perverso”, pues se le estaría concediendo a la violencia guerrillera una legitimidad que no tiene. En Colombia no hay “una guerra civil sino una guerra contra los civiles” ha querido precisar Hernando Gómez Buendía.
También ha tenido eco en círculos nacionales, incluso en el gobierno. Pero tal descripción es incompleta, y puede confundir aún más el entendimiento de la naturaleza del conflicto. La guerra es también contra los agentes del Estado, defensores y representantes del orden constitucional. En el caso colombiano, la llamada sociedad civil no puede definirse en contraposición absoluta al Estado, como si aquella estuviese desprovista de representación alguna en las instituciones estatales, o como si la suerte del Estado estuviese desvinculada de la suerte de la sociedad civil.